Rol de Egipto (RA 7)

Abro este topic para ayudar a los que tienen la ficha mal construida y que necesitan ayuda para aprobar esta materia.

El rol avanzado es algo complejo y sé que gente como mi hijo Harry necesitará mucho apoyo, así que le pasaré el link e intentaré que apruebe, no pienso dejar que Alyssa le ponga un pésimo como ha escrito en público, así que pienso dedicarme a que todos mis alumnos que se esfuercen aprueben.

"Nombre: Horus Rank

Edad: 19 años

Características Psicologicas: Es muy astuto y valiente, le encanta luchar por su deber velar por los faraones para que no sufran ningun daño ellos o sus reinos, siempre esta disponible para cualquier cosa, siempre consigue lo que quiere y por eso tiene bastante exito entre las mujeres.

Características Físicas: Es alto mide un 1´95. De piel blanca , con ojos color azul cielo y con un cabello rubio claro hasta los hombros ( es totalmente liso), es bastante musculoso y tiene una gran sonrisa brillante gracias a sus dientes totalmente blancos.

Historia:

Sobrino del faraón Horus Escorpión II , su padre jefe de las tropas de el faraón murio un año depués de nacer su único hijo. Horus crecio estudiando con los mejores maestros en todas las materias, en la que mas resaltaba era en Artes de guerra. A los 18 años termino sus estudios y junto a su tio Horus Escorpión II, encabeza las tropas de egipcio. ( Su espacialidad es el tiro con arco y la lucha con espada).

Crítica de Alyssa:

Harry Sirius Potter Blue

Características Psicológicas:
Me da la impresión de que te desvías por las ramas y no acabas de describir con precisión la personalidad de tu personaje, que es lo que deberías de hacer. Me gustaría que te extendieras un poco más en la forma de ser de tu personaje, su actitud, su temperamento, etc etc.

Características Físicas:
Según la historia tu personaje es egipcio, pero allí no acostumbraban a haber personas rubias y de ojos verdes a no ser que tuviera ascendencia de los Países Bajos, al norte de Europa. Si provienes de una familia egipcia, tales descripciones no encajan en tu personaje; los nativos de Egipto eran de piel trigueña, ojos y pelo oscuro (negros), y en su mayoría de baja estatura.

Historia:
Si tiene 19 años, cuando él nació e incluso mucho antes de ello el Faraón era el padre de Cleopatra; la dinastía de su familia venía gobernando desde hace siglos atrás. Además, lo pones como si ese tal Horus Escorpión II continuara siendo el Faraón para el tiempo en que llevaremos a cabo nuestro rol, la historia que me molesté en explicar en el primer post deja muy claro que la nueva Faraona es Cleopatra luego de la muerte de su padre.
Esto muerta la falta de atención y voluntad por tu parte para con esta clase, actitudes que no toleraremos ni mi compañera ni yo. Todo esto sin mencionar el hecho de que tu ficha es demasiado corta y escueta, nada que ver con lo que pedimos que realizaran.




Intentaré analizarlo con él y hacer una gran ficha y un gran rol. Su primer intento es fallido, pero mejorará.

Si sabéis de alguien de este rol que quiera participar aquí para mejorar, avisarme. Le daré permisos, pero recordad que si no me lo decís no me paso a ver si alguien pidió entrar.

grax, ely,

De momento ya le he ayudado a postear más firme la ficha. A ver si se la acepta.

Era el gran día en el que su prima sería presentada como la nueva faraona ante los dioses, y sería el ritual de el antiguo faraón, cogí mis espadas de encima de la mesa que había al lado de la cama y me las coloque en los laterales de mis pantalones, y cogí mi arco y mi carcaj de piel y me los coloque en mi espalda.

Salí de mi habitación, con dirección hacía los jardines del palacio, cuando estuve en los jardines saque las dianas y me puse a practicar con el arco, después de un rato lanzando flechas con el arco y dando siempre en el centro, guarde el arco y las dianas.

Mientras subía las escaleras con dirección a mi cuarto, me encontré con unas de las sirvientas de mi prima y que me dijo:

- Señor dentro de unas horas será el sumo sacerdote realizara el ritual al faraón prepárese -

- Vale, subía a mi cuarto a cambiarme, cuando este me dirigiré a donde se lleve acabo el ritual.-


posteo de harry para corregir

Hafiz II: Primo de la faraona y unos de los altos rangos del ejercito egipcio.

Por fin sería el ritual de el antiguo faraón (mi tio), cogí mis espadas de encima de la mesa que había al lado de la cama y me las coloque en los laterales de mis pantalones, y cogí mi arco y mi carcaj de piel y me los coloque en mi espalda.

Salí de mi habitación, con dirección hacía los jardines del palacio, cuando estuve en los jardines saque las dianas y me puse a practicar con el arco, después de un rato lanzando flechas con el arco y dando siempre en el centro, guarde el arco y las dianas.

Mientras subía las escaleras con dirección a mi cuarto, me encontré con unas de las sirvientas de mi prima y que me dijo:

- Señor dentro de unas horas será el sumo sacerdote realizara el ritual al faraón prepárese -

- Vale, subía a mi cuarto a cambiarme, cuando este me dirigiré a donde se lleve acabo el ritual.-

Subí corriendo las escaleras del palacio hasta llegar a mi habitación, una vez allí deje mis armas sobre la mesa y llame a unas de mis sirvientas, para que se llevara el carcaj y el arco, con ella a la celebración y que después de esta me la devolviera.

Me duche, y me puse mi ropa de gala, cogí mis dos espadas de la mesa, por su empuñadura decorada con rubís y piel de cocodrilo, y las guarde en sus fundas de piel de serpiente pitón negra, y las colgué en cada uno de los lados de mi pantalón.

Baje hasta los establos, que estaban en los jardines de el palacio, cogí uno de mis caballos, y salí del palacio montado en mi caballo de color blanco, encima del caballo había una especie de silla de montar con algunas piedras preciosas en ella, algunas eras de color escarlata y otras de color zafiro.

Mientras acariciaba el lomo de aquel caballo, descubrí una especie de mochila en el lomo del caballo, abrí aquella mochila y metí la mano, dentro de aquella mochila había un puñal de plata con el emblema del antiguo faraón.

Después de ver examinar el puñal encontré una especie de escritura en un pequeño papel, guarde el papel y el puñal en mi bolsillo y seguí con mi camino.



Después de un largo rato de camino en caballo, me baje de el y lo ate en una de las paredes. Entre en la sala donde se realizaría la momificación. Me puse a buscar a mi prima para enseñarle a mi prima la escritura que había en el papel, en el papel ponía “El secreto del poder indiscutible se encuentra aquí” y debajo de eso había un pequeño dibujo de un mapa.

Al no encontrar a mi prima, me puse a buscar a sus sirvientes aunque solo pude divisar a una, a Charmion me acerque a ella, esquivando a la multitud que empezaba a revolucionarse, después de un rato solteando a la gente llegue asta donde se encontraba la sirviente de mi prima.

- Hola Charmion sabes donde esta mi querida prima- Le dije sonriendo.

Ay, Harry, tu rol es muy escaso en detalles, estoy segura de que te va a costar aprobar con todo lo que vamos a exigir. Te he hecho una corrección absoluta del texto.

Fallas en acentuación, mucho, Alyssa no pasa ningún acento. Fallas en las sustituciones de los nombres, repites mucho las cosas cuando pueden ser sustituidas, por ej. "a mi prima" puedes decir a ella, y no repetirías tanto.


Tienes fallos por no leer lo que han escrito tus compañeros. Y eso lo vamos a remarcar mucho o no podrás seguir un rol. Fíjate que la momificación ya la he hecho yo en el templo y ya he dicho que sólo lo hacen los sacerdotes, no hay testigos.

Es muy sencillo el rol, tendremos que apretar un poco más. Son 6 posteos en los que tendrás que aumentar la calidad del rol. PEro no te preocupes, seguro que podrás hacerlo.

TE pongo la corrección:




Hafiz II: Primo de la faraona y unos de los altos rangos del ejército egipcio.

Pronto sería el ritual del antiguo faraón, mi tío. Cogí mis espadas de encima de la mesa que había al lado de la cama y me las coloqué en los laterales de mis pantalones; cogí mi arco y mi carcaj de piel y me los coloqué en mi espalda.

Salí de mi habitación, con dirección hacía los jardines del palacio. Cuando estuve allá saqué las dianas y me puse a practicar con el arco; después de un rato lanzando flechas con él y dando siempre en el centro, guardé todo.

Mientras subía las escaleras en dirección a mi cuarto, me encontré con unas de las sirvientas de mi prima que me dijo:

- Señor, dentro de unas horas llegará el Sumo Sacerdote y realizara el ritual al faraón, prepárese -

- Vale, subía a mi cuarto a cambiarme. Cuando esté me dirigiré a donde se lleve a cabo el ritual.-

Subí corriendo las escaleras del palacio hasta llegar a mi habitación; una vez allí dejé mis armas sobre la mesa y llamé a unas de mis sirvientas, para que se llevara el carcaj y el arco con ella a la celebración y que después de ésta me la devolviera.

Me duché y me puse mi ropa de gala. Cogí mis dos espadas de la mesa, por su empuñadura decorada con rubís y piel de cocodrilo, y las guardé en sus fundas de piel de serpiente pitón negra; las colgué en cada uno de los lados de mi pantalón.

Bajé hasta los establos que estaban en los jardines del palacio, cogí uno de mis caballos y salí del palacio montado en mi caballo de color blanco. Encima del caballo había una silla de montar con algunas piedras preciosas en ella, algunas eras de color escarlata y otras de color zafiro.

Mientras acariciaba el lomo de aquel caballo descubrí una especie de mochila en su lomo; abrí aquella mochila y metí la mano. Dentro había un puñal de plata con el emblema del antiguo faraón.

Después de ver examinar el puñal encontré un pequeño pedazo de pergamino escrito, guardé el papel y el puñal en mi bolsillo y seguí con mi camino.



Después de un largo rato de camino en caballo, me baje de él y lo até en una de las paredes. Entre en la sala donde se realizaría la ceremonia. Me puse a buscar a mi prima para enseñarle la escritura que había en el papel. Ponía “El secreto del poder indiscutible se encuentra aquí” y debajo de eso había un dibujo de un mapa.

Al no encontrar a mi prima, me puse a buscar a sus sirvientes aunque sólo pude divisar a una, a Charmion. Me acerqué a ella, esquivando a la multitud que empezaba a revolucionarse. Después de un rato sorteando a la gente llegue hasta donde se encontraba la sirviente de mi prima.

- Hola, Charmion, ¿sabes dónde está mi querida prima?-le dije sonriendo.

No tardó en levantarse la Ama y todos los que nos encontramos allí salimos de la habitación, por órdenes de ella. Uno a Uno, sin hacer mucho ruido, fue abandonándola y se dirigieron al pasillo que estaba en frente. Algunos se dirigieron hasta el final, tal vez iban a la cocina o ver si todo estaba en orden.

Los otros en cambio se quedaron a un lado de largo pasillo, por si la faraona se le ofrecía algo, yo me quede junto a ellos. Tenía que estar atenta por si algo se traían entre manos, era mejor estar afuera.

Ya le había avisado al guardia que esta allí junto a la puerta, y de vez en cuando yo lo miraba disimulada mente por si notaba un cambio de actitud. El calor que se sentía era horrible, ya mis manos comenzaban a sudar.

Una leve brisa pegaba pero no lo suficiente como para calmar el calor, y además no era cálida sino caliente. Noté que Bastet se dirigió con Charmion, cuando ésta salió de la habitación.

Pero sabía que si se tramaban algo no lo dejarían en evidencia delante del resto o por lo menos serian más cuidadosas, así que no les preste atención.

Tenía ganas de bajar a ver cómo iba todo en la cocina o saber si mi mamá estaba mejor. Ya que nos había afectado la noticia del faraón, pero tanto mi padre como ella fueron los más afectados.

No me había puesto a pensar en eso, porque los deberes me distrajeron, pero recordarlo me dio nostalgia, aun así que no haya tratado tan directamente con él, como mis padres. Pero si tenía mucha admiración y respeto hacia su persona.

Esa manera de manejar a todo un pueblo e ir creciendo cada vez más, era algo que no se podía negar, y que ahora le tocaba a mi Ama mantener y que no se perdiera eso que tantos años él logro construir. Ella tenía muy buenas actitudes y era inteligente, así que haría un buen trabajo.

A menos que la codicia se apoderara de ella y fuera más fuerte que su inteligencia y no llegara hacer una buena faraona << Son solo suposiciones, mi ama hará un buen trabajo y seria fuerte ante todas dificultades que se le presenten>> Pensé.

“No tardó en levantarse la Ama y todos los que nos encontramos allí salimos de la habitación, por órdenes de ella. Uno a Uno, sin hacer mucho ruido, fue abandonándola y se dirigieron al pasillo que estaba en frente. Algunos se dirigieron hasta el final, tal vez iban a la cocina o ver si todo estaba en orden”

El sujeto debería ir al principio de la frase para que no quede tan lioso. El Uno en mayúscula es un error, y como son varios son “fueron” o “fuimos”. Intenta no repetir palabras, como los dos “dirigieron”, usa sinónimos.

“Los otros en cambio se quedaron a un lado de largo pasillo, por si la faraona se le ofrecía algo, yo me quede junto a ellos. Tenía que estar atenta por si algo se traían entre manos, era mejor estar afuera”

Tres fallos: “Por si a”, te olvidaste la preposición; la coma, has de parar a respirar y la frase no comparte verbo, ya que en la anterior la acción la hacen los otros y en la siguiente la haces tú. Regla esencial: sujetos diferentes, frases diferentes; por tanto, no es coma, será un punto y coma o un punto y seguido. Te olvidaste el verbo acentuado.

“Ya le había avisado al guardia que esta allí junto a la puerta, y de vez en cuando yo lo miraba disimulada mente por si notaba un cambio de actitud. El calor que se sentía era horrible, ya mis manos comenzaban a sudar.”

Has cambiado de tiempo verbal. Estabas narrando en pasado y has seguido en presente, desconcertando en la lectura: “que estaba allí junto a …”

Una leve brisa pegaba pero no lo suficiente como para calmar el calor, y además no era cálida sino caliente. Noté que Bastet se dirigió con Charmion, cuando ésta salió de la habitación.

Pero sabía que si se tramaban algo no lo dejarían en evidencia delante del resto o por lo menos serian más cuidadosas, así que no les preste atención.

Aquí te diría que los párrafos son cortos y en este caso podrías juntarlos, ya que hablas de las mismas personas. Te podrías ahorrar la coma tras Charmion, ya que está puesta al final de la frase, si fuera al inicio la coma estaría bien puesta. Serían y presté llevan acento.

Tenía ganas de bajar a ver cómo iba todo en la cocina o saber si mi mamá estaba mejor. Ya que nos había afectado la noticia del faraón, pero tanto mi padre como ella fueron los más afectados.

No me había puesto a pensar en eso, porque los deberes me distrajeron, pero recordarlo me dio nostalgia, aun así que no haya tratado tan directamente con él, como mis padres. Pero si tenía mucha admiración y respeto hacia su persona.

Lo mismo te diría de estos dos párrafos. Únelos, quedará mejor porque hablan de lo mismo. La frase: “fueron los más afectados” queda capciosa. Dudo que no afecte a sus hijos, o a las mujeres que tenía; que os afecte más a vosotros suena raro. Si dejaras “de la servidumbre”, por ej, quedaría más claro. La coma delante de porque es innecesaria; el porqué ya implica que haya una pausa en la respiración, no hay que marcarla ortográficamente. Y el “sí” es afirmativo, se acentúa. Evita empezar frases con palabras innecesarias como el “ya que”. “aun así que no haya tratado tan directamente con él”, ufff, frase liosa, los tiempos has de ser otros para que quede clara: “aun así que no hubiera tratado tan directamente con él”

Esa manera de manejar a todo un pueblo e ir creciendo cada vez más, era algo que no se podía negar, y que ahora le tocaba a mi Ama mantener y que no se perdiera eso que tantos años él logro construir. Ella tenía muy buenas actitudes y era inteligente, así que haría un buen trabajo.

A menos que la codicia se apoderara de ella y fuera más fuerte que su inteligencia y no llegara hacer una buena faraona << Son solo suposiciones, mi ama hará un buen trabajo y seria fuerte ante todas dificultades que se le presenten>> Pensé.


Esta frase no cuadra con la historia. Si lees lo que puso Alyssa, en realidad el faraón se gastó todo el dinero del pueblo y Egipto era cada vez más ruinoso. Pero si quieres dejarlo como la visión particular vuestra pues adelante. Pero has de puntuarla mejor. Yo uniría los dos párrafos y lo que piensas lo pondría entre guiones o comillas. El “sólo” se acentúa y el “pensé” va en minúscula porque no hay punto hasta después.




Corregido tu post queda así:



La Ama no tardó en levantarse y todos los que nos encontramos allí salimos de la habitación, por órdenes de ella. Uno a uno, sin hacer mucho ruido, fueron abandonándola y se dirigieron al pasillo que estaba en frente. Algunos llegaron hasta el final, tal vez iban a la cocina o ver si todo estaba en orden.

Los otros en cambio se quedaron a un lado de largo pasillo, por si a la faraona se le ofrecía algo; yo me quedé junto a ellos. Tenía que estar atenta por si algo se traían entre manos, era mejor estar afuera.

Ya le había avisado al guardia que estaba allí junto a la puerta, y de vez en cuando yo lo miraba disimulada mente por si notaba un cambio de actitud. El calor que se sentía era horrible, ya mis manos comenzaban a sudar.

Una leve brisa pegaba pero no lo suficiente como para calmar el calor, y además no era cálida sino caliente. Noté que Bastet se dirigió con Charmion cuando ésta salió de la habitación. Pero sabía que si se tramaban algo no lo dejarían en evidencia delante del resto o por lo menos serían más cuidadosas, así que no les presté atención.

Tenía ganas de bajar a ver cómo iba todo en la cocina o saber si mi mamá estaba mejor. Nos había afectado la noticia del faraón, pero tanto mi padre como ella fueron los más afectados de la servidumbre. No me había puesto a pensar en eso porque los deberes me distrajeron, pero recordarlo me dio nostalgia; aunque no hubiera tratado tan directamente con él, como mis padres. Pero sí tenía mucha admiración y respeto hacia su persona.

Esa manera de manejar a todo un pueblo e ir creciendo cada vez más era algo que no se le podía negar. Ahora le tocaba a mi Ama mantener y que no se perdiera eso que con tantos años de esfuerzo él logro construir. Ella tenía muy buenas actitudes y era inteligente, así que haría un buen trabajo. A menos que la codicia se apoderara de ella y fuera más fuerte que su inteligencia y no llegara hacer una buena faraona.

- Son sólo suposiciones, mi ama hará un buen trabajo y será fuerte ante todas dificultades que se le presenten - pensé.

Seguí andando por el palacio, pasillos interminables, escalinatas continuas que parecían no llevar a ningún lado. Silencio absoluto que lejos de tranquilizarme, me alteraba más a cada paso. Me sentía perdida y no solamente en la enormidad de aquella construcción, si no en mi propia vida.

No sabía como lo encontraría, de todas las locuras que había cometido en mi vida, esta era la peor. Suspiré abatida, totalmente frustrada por no poder hacer nada, sin la menor idea de a donde dirigirme. Cerré los ojos e intenté serenarme, mi momento de pánico no podía hacerme perder la cordura.

Mi única opción en aquel momento era volver atrás, aturdida dí media vuelta aunque no sabía si esa era la dirección correcta. El alma pareció desprenderse de mi cuerpo al descubrir la presencia de alguien mas, apreté los ojos asustada, había sido sorprendida.

- Abdel por Ra ¿Que demonios haces aquí?- escuché mientras me tomaban por los hombros y me sacudían, obligándome a abrir los ojos.

- ¿Padre?- pregunté titubeando al reconocer su voz fría, sus ojos oscuros me miraban con temor pero en cuanto lo note volvieron a cubrirse de aquel frío de la indiferencia.

- ¿Te has vuelto loca?- replicó dándome un empujón que me hizo rebotar en la pared mas cercana, haciéndome tambalear.

- Yo… padre, solo quería…- no encontraba la manera de justificar mi estadía en el palacio, ni yo misma sabía que era lo que hacía ahí, no podía simplemente decirle que estaba buscando a ese joven que habíamos visto siendo arrastrado por la guardia real.

- Vete de aquí antes que por tu torpeza ocurra una nueva desgracia…- las palabras de mi padre calaron como hierro ardiente en mi corazón. La culpa volvió a poseerme mientras cristalinas lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas.

Sabía que las cosas no quedarían así, no me dijo una sola palabra mas; me tomo por el brazo y me arrastro por el pasillo, mientras yo intentaba contener las lagrimas, no había cosa que enfadara mas a mi padre que la debilidad.

Noté que tenía un rollo de pergamino en la mano diestra, pero no me atreví a preguntar de qué se trataba, no estaba en condiciones de ganarme un peor castigo. Me mantuve en silencio mientras me arrastraba fuera del palacio a gran velocidad; de pronto al dar la vuelta en una esquina lo peor ocurrió.

Tropecé con aquel hombre de mirada severa, mi padre se aparto de mi, por lo que con el impacto caí al suelo aturdida y muy confundida, sintiendo un dolor punzante en mi tobillo derecho. Intenté levantarme pero la voz de aquel hombre y mi propio dolor me contuvieron en mi intención, hice amago de tomar un pergamino que yacía a mis pies.

- No lo toques – decretó enérgicamente frenando mi intento. – O tendré que cortarte las manos.- Amenazó, levanté la vista y aquel hombre me observaba con detenimiento. Mi padre estaba mudo, a unos cuantos pasos temeroso de nuestra suerte.

El Sacerdote se agachó a recoger su preciado tesoro. Bajé los ojos intimidada por la situación y más aún por lo que aquella mirada reflejaba, no parecía terrenal, era tan penetrante que me sentí prácticamente desnuda, pero en un instante se volvió mas humana.

- Que Imhotep te mire en pie, mujer. ¿Cómo te llamas?- no me atrevía a responder, pero mi padre antecedió cualquier intento.

- Es Abdel, mi hija. Lamento que se haya tropezado con un sacerdote. La fustigaré.- aseveró mi padre clavando su mirada iracunda en mi.

- Fui yo quien la tiré. Debo pedir que la diosa Sekhmet me atormente por haber roto tal belleza. ¿Eres el Arquitecto?

La charla entre el par de hombres continuó, mientras yo seguía inmóvil sin atreverme a hacer algún movimiento que conllevara a la furia de aquellos hombres, la mirada de los aquellos hombres que precedían al gran sacerdote estaba sobre mi, mi falda desordenada por la caída, dejaba ver una de mis piernas algo mas arriba del muslo, lo cual me convertía en un trozo de carne que despertaba el apetito de aquellas fieras reprimidas.

Deslicé mi mano por el suelo despacio para poder llevar aquel trozo de tela a su sitio y dejar sin espectáculo aquellos chacales, tenía el estomago revuelto al ver lo lascivo de su expresión.

– Que Hathor te proteja, mujer.- recitó el sacerdote volviéndome a aquel escenario donde me sentía la principal protagonista a pesar de mi vergonzosa situación.

El sacerdote retomó su camino acompañado de su sequito. Dio unos cuantos pasos, mi padre me tomó por el brazo e hizo intento de levantarme de un fuerte jalón, la mirada del Sacerdote volvió a envolvernos mirándole con reproche.

- Apártate de ella y ven conmigo…- indicó sin dar explicaciones solo haciendo un ademán para que le siguiera, ante aquella orden no cabía la posibilidad de negarse, mi padre lo sabía, por lo que me soltó prontamente dejándome sobre las frías baldosas palacio.

Un esclavo apareció dando vuelta en el pasillo donde nos encontrábamos, miro con recelo la escena y se dispuso a marcharse con urgencia, pero el sacerdote lo retuvo con sus palabras.


- Ayuda a esa joven a salir del palacio…- agregó sin mirarle, el esclavo se apresuro a obedecer su orden, mientras finalmente se marchaban.

- Gracias …- musité con rostro afligido por el malestar que me provocaba mi tobillo pero mas aun por la perspectiva del regaño cuando volviera a casa, conocía a mi padre y su furia no tendría limite, lo había avergonzado ante un sumo sacerdote, aquello era una verdadera falta.

Me tomo por la cintura ayudándome a levantar, anduvimos algunos minutos en silencio, hasta que me Trevi a preguntarle.

- ¿De casualidad has visto a un prisionero que trajeron esta mañana? Es muy alto, cabello largo, muy mal aspecto…-

El joven esclavo me miró sorprendido, un tanto por que le había dirigido la palabra y más aún por la curiosidad que reflejaban mis preguntas.

- Responde por favor, quisiera saber si esta bien…- pedí nuevamente ya que se mantenía en silencio sin atreverse a dirigirme la palabra.

- No se si sea el que busca…- comenzó en un hilo de voz apenas audible- hace poco escuché gritos, flagelaban a alguien, eran gritos lejanos, tal vez desde los sótanos.- mi corazón se estrujó al escucharlo, impotente ante aquel maltrato, si bien estaba muy cerca no se me ocurría la manera de poder llegar hasta el y mas aun, de hacer algo por su suplicio.

No dije una sola palabra más, preocupada por la suerte de aquel joven, pensando en alguna forma de serle útil mientras tomábamos rumbo a los pisos inferiores…


**************

Off.-

Aloha bueno dejo aquí mi post, sueño con tildes que se escapan de su lugar v.v

Besitos y muchas gracias!!!

Hola, Sol.
Verás, tu contenido es perfecto, me encanta. Sigues teniendo problemas con los diacríticos y las comas, aunque te reconozco el esfuerzo y cada día mejoras así que felicidades. No tengo tiempo de hacerte un análisis pormenorizado porque tengo un asunto pendiente en el ministerio que me está ocupando todo el tiempo libre. Te lo debo. Te dejo la corrección:




Seguí andando por el palacio, pasillos interminables, escalinatas continuas que parecían no llevar a ningún lado. Silencio absoluto que lejos de tranquilizarme me alteraba más a cada paso. Me sentía perdida y no solamente en la enormidad de aquella construcción sino en mi propia vida.

No sabía como lo encontraría; de todas las locuras que había cometido en mi vida, ésta era la peor. Suspiré abatida, totalmente frustrada por no poder hacer nada, sin la menor idea de a donde dirigirme. Cerré los ojos e intenté serenarme, mi momento de pánico no podía hacerme perder la cordura.

Mi única opción en aquel momento era volver atrás. Aturdida di media vuelta aunque no sabía si esa era la dirección correcta. El alma pareció desprenderse de mi cuerpo al descubrir la presencia de alguien más. Apreté los ojos asustada, había sido sorprendida.

- Abdel por Ra ¿Qué demonios haces aquí?- escuché mientras me tomaban por los hombros y me sacudían, obligándome a abrir los ojos.

- ¿Padre?- pregunté titubeando al reconocer su voz fría. Sus ojos oscuros me miraban con temor, pero en cuanto lo noté volvieron a cubrirse de aquel frío de la indiferencia.

- ¿Te has vuelto loca?- replicó dándome un empujón que me hizo rebotar en la pared más cercana, haciéndome tambalear.

- Yo… Padre, solo quería…- No encontraba la manera de justificar mi estadía en el palacio; ni yo misma sabía que era lo que hacía ahí, no podía decirle que estaba buscando a ese joven que habíamos visto siendo arrastrado por la guardia real.

- Vete de aquí antes que por tu torpeza ocurra una nueva desgracia…- Las palabras de mi padre calaron como hierro ardiente en mi corazón. La culpa volvió a poseerme mientras cristalinas lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas.

Sabía que las cosas no quedarían así, no me dijo una sola palabra más. Me tomó por el brazo y me arrastró por el pasillo mientras yo intentaba contener las lágrimas. No había cosa que enfadara más a mi padre que la debilidad ajena.

Noté que tenía un rollo de pergamino en la mano diestra, pero no me atreví a preguntar de qué se trataba; no estaba en condiciones de ganarme un peor castigo. Me mantuve en silencio mientras me arrastraba fuera del palacio a gran velocidad. De pronto , al dar la vuelta en una esquina, lo peor ocurrió.

Tropecé con aquel hombre de mirada severa. Mi padre se apartó de mí, por lo que con el impacto caí al suelo aturdida y muy confundida, sintiendo un dolor punzante en mi tobillo derecho. Intenté levantarme pero la voz de aquel hombre y mi propio dolor me contuvieron en mi intención; hice amago de tomar un pergamino que yacía a mis pies.

- No lo toques – decretó enérgicamente frenando mi intento. – O tendré que cortarte las manos- amenazó. Levanté la vista y aquel hombre me observaba con detenimiento. Mi padre estaba mudo, a unos cuantos pasos, temeroso de nuestra suerte.

El Sacerdote se agachó a recoger su preciado tesoro. Bajé los ojos intimidada por la situación y más aún por lo que aquella mirada reflejaba; no parecía terrenal, era tan penetrante que me sentí prácticamente desnuda, pero en un instante se volvió más humana.

- Que Imhotep te mire el pie, mujer. ¿Cómo te llamas?- No me atrevía a responder, pero mi padre antecedió cualquier intento.

- Es Abdel, mi hija. Lamento que se haya tropezado con un sacerdote. La fustigaré- aseveró él clavando su mirada iracunda en mi.

- Fui yo quien la tiré. Debo pedir que la diosa Sekhmet me atormente por haber roto tal belleza. ¿Eres el Arquitecto?

La charla entre el par de hombres continuó mientras yo seguía inmóvil sin atreverme a hacer algún movimiento que conllevara a la furia de ellos. La mirada de los que precedían al gran sacerdote estaba sobre mí; mi falda, desordenada por la caída, dejaba ver una de mis piernas algo más arriba del muslo, lo cual me convertía en un trozo de carne que despertaba el apetito de aquellas fieras reprimidas.

Deslicé mi mano por el suelo despacio para poder llevar aquel trozo de tela a su sitio y dejar sin espectáculo aquellos chacales; tenía el estomago revuelto al ver lo lascivo de su expresión.

– Que Hathor te proteja, mujer.- recitó el sacerdote volviéndome a aquel escenario donde me sentía la principal protagonista a pesar de mi vergonzosa situación.

El sacerdote retomó su camino acompañado de su séquito. Dio unos cuantos pasos; mi padre me tomó por el brazo e hizo intento de levantarme de un fuerte jalón. Lla mirada del Sacerdote volvió a envolvernos mirándole con reproche.

- Apártate de ella y ven conmigo…- indicó sin dar explicaciones sólo haciendo un ademán para que le siguiera. Ante aquella orden no cabía la posibilidad de negarse, mi padre lo sabía, por lo que me soltó prontamente dejándome sobre las frías baldosas del palacio. Un esclavo apareció dando vuelta en el pasillo donde nos encontrábamos, miro con recelo la escena y se dispuso a marcharse con urgencia, pero el sacerdote lo retuvo con sus palabras.

- Ayuda a esa joven a salir del palacio…- agregó sin mirarle; el esclavo se apresuró a obedecer su orden mientras finalmente se marchaban.

- Gracias …- musité con rostro afligido por el malestar que me provocaba mi tobillo pero más aún por la perspectiva del regaño cuando volviera a casa. Conocía a mi padre y su furia no tendría límite. Lo había avergonzado ante un sumo sacerdote, aquello era una verdadera falta.

Me tomó por la cintura ayudándome a levantar. Anduvimos algunos minutos en silencio, hasta que me atreví a preguntarle.

- ¿Por casualidad has visto a un prisionero que trajeron esta mañana? Es muy alto, cabello largo, muy mal aspecto…-

El joven esclavo me miró sorprendido, tanto porque le había dirigido la palabra como por la curiosidad que reflejaban mis preguntas.

- Responde por favor, quisiera saber si está bien…- pedí nuevamente ya que se mantenía en silencio sin atreverse a dirigirme la palabra.

- No sé si sea el que busca…- comenzó en un hilo de voz apenas audible.- Hace poco escuché gritos, flagelaban a alguien. Eran gritos lejanos, tal vez desde los sótanos.- Mi corazón se estrujó al escucharlo, impotente ante aquel maltrato, si bien estaba muy cerca no se me ocurría la manera de poder llegar hasta él y más aún de hacer algo por su suplicio.

No dije una sola palabra más, preocupada por la suerte de aquel joven, pensando en alguna forma de serle útil mientras tomábamos rumbo a los pisos inferiores…

Buenaas Tía, que tal?... Bueno aca le dejo otro rol pra que le de una miradita y vea en que me he equivocado nuevamente... Espero que no sea de mucha molestía ya que se andas ocupada en el MM... Cuidate **Abazo **
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

Su mirada se desvió luego de que respondió mi saludo, pero aún así me fijé que sus ojos estaban tristes y a su vez preocupados. Siempre mis padres me habían dicho que los ojos eran la ventana al alma.

Por más que uno quisiera ocultar sus sentimientos, los ojos no mentían- ¿Será que ella también sospechaba de algo u alguien?- Pensé mientras du mirada seguía clavada en el suelo. – Puede que esté preocupada por alguna otra cosa y yo haciéndome ideas erróneas- dije para mis adentros.


- ¿Seguro que está todo bien Bastet?- Le volví a preguntar, aunque corría con el riesgo de que me lo negara y un leve silencio se dio entre ambas.

-Es que te veo como si algo te sucediera- dije al ver que no me respondía y para romper el silencio, aún ella continuaba con la mirada baja. El sol seguía calentado y podía sentir como el sudor comenzaba a correr por mi frente.

Saqué, de un bolsillito interno que tenía mi vestimenta, un pañuelo lila con bordes tejidos en hijo morado, siempre lo llevaba para secarme el sudor, me lo pasé por la frente, sutilmente, luego lo doble del otro lado y lo tuve en la mano, ya que de seguro lo usaría de nuevo.

-Ha tardado en salir Charmion. Yo también quiero hablar con ella, pero no se di tenga tiempo luego de que salgan los sacerdotes y la ama- Le dije a la chica que estaba junto a mi evitándome la mirada.

La plática se estaba extendiendo más de lo normal, porque nunca entre las sirvientas se llegaba más allá del saludo, unas eran más reservadas que otras. Además que mientras andábamos en los deberes y estando bajo las ordenes de Cleopatra, no podíamos andar haciendo mucho ruido en su lugar de descanso.

Todas llagábamos más temprano y nos íbamos tarde, así que ni tiempo teníamos para convivir y crear lazos de amistad más fuertes, solo éramos unas simple conocidas entre nosotras. Yo trataba mucho más con los guardias y las cocineras que mi mami tenía bajo su mando, que con las sirvientas que estábamos al pendiente de la futura Faraón.

Ya se veía mucho movimiento de personas tanto en los pasillos como a los alrededores, los sacerdotes ya llevaban rato allí adentro y lo más seguro es que tuvieran hablando sobre lo que sería la ceremonia, es decir afinando los detalles.

Aún yo me mantenía atenta por si seguía viendo personas con actitud sospechosa y así avisarle a mi padre que estuviera pendiente, porque si llegaba a acurrir algo y él se enteraba que yo sabía algo o por lo menos tenía la ligera sospecha, me iba a decir que yo también era cómplice por no haberle dicho.

Su carácter era fuerte y aún así podía ser capaz de dudar de su propia hija, él más que nadie sabía que la codicia y la avaricia era el plato principal entre todos, cuando se enteraron de la muerte del faraón. – No puedo dejar que mi padre tenga esa imagen de mí, sí no veo nada más dentro de un rato le tendré que decir lo poco que pude notar- Pensé.

Yo seguía junto a Bastet que estaba más rara aún, no sé si mi pregunta la había incomodado pero preferí mantener el silencio, era mejor que ella, si estaba dispuesta, me hablara y no quería presionarla. Sí ella veía en mí algo de confianza para contarme lo que tanto que le inquietaba lo haría, pero yo quería que me viera como amiga con la cual podía contar.

Ya que ahora que nuestra ama estaría en el trono, las cosas se tornarían más ásperas entre todos, porque algunos no estarían de acuerdo que ella estuviera allí. Era mejor tener aliados de confianza por si algo llegaba a ocurrir, total todas estábamos allí por un mismo fin, proteger a Cleopatra de aquellos que buscaran derrotarla.

Te digo lo mismo que a Daniela, no tengo tiempo con el rol del MM. Por eso te lo he corregido directamente. Te debo las explicaciones.


Besos.
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Su mirada se desvió tras responder mi saludo, pero aún así me fijé que sus ojos estaban tristes y a la vez preocupados. Siempre mis padres me habían dicho que los ojos eran la ventana al alma.

Por más que uno quisiera ocultar sus sentimientos, los ojos no mentían –“¿Será que ella también sospechaba de algo u alguien?”- pensé mientras su mirada seguía clavada en el suelo. “– Puede que esté preocupada por alguna otra cosa y yo me esté haciendo ideas erróneas” - dije para mis adentros.

Me acerqué a ella.

- ¿Seguro que está todo bien Bastet?- le volví a preguntar, aunque corría con el riesgo de que me lo negara.

Un leve silencio se dio entre ambas.

-Es que parece como si algo te sucediera- dije al ver que no me respondía y para romper el silencio; aún ella continuaba con la mirada baja. El sol seguía calentado y podía sentir como el sudor comenzaba a correr por mi frente.

Saqué, de un bolsillito interno que tenía mi vestimenta, un pañuelo lila con bordes tejidos en hijo morado; siempre lo llevaba para secarme el sudor, me lo pasé por la frente, sutilmente. Luego lo doblé del otro lado y lo tuve en la mano, ya que seguro que lo usaría de nuevo.

-Ha tardado en salir Charmion. Yo también quiero hablar con ella, pero no sé si tenga tiempo luego de que salgan los sacerdotes y la Ama -le dije a la chica que estaba junto a mí, evitándome la mirada.

La plática se estaba extendiendo más de lo normal porque nunca entre las sirvientas se llegaba más allá del saludo; unas eran más reservadas que otras. Además que mientras andábamos en los deberes y estando bajo las órdenes de Cleopatra, no podíamos andar haciendo mucho ruido en su lugar de descanso.

Todas llégábamos más temprano y nos íbamos tarde, así que ni tiempo teníamos para convivir y crear lazos de amistad más fuertes; sólo éramos unas simple conocidas entre nosotras. Yo trataba mucho más con los guardias y las cocineras que mi mami tenía bajo su mando que con las sirvientas que estábamos al pendiente de la futura Faraón.

Ya se veía mucho movimiento de personas tanto en los pasillos como a los alrededores. Los sacerdotes ya llevaban rato allí adentro y lo más seguro es que tuvieran hablando sobre lo que sería la ceremonia, es decir, afinando los detalles.

Aún yo me mantenía atenta por si seguía viendo personas con actitud sospechosa y así avisarle a mi padre que estuviera pendiente, porque si llegaba a ocurrir algo y él se enteraba que yo sabía algo o por lo menos tenía la ligera sospecha, me iba a acusar de cómplice por no habérselo dicho.

Su carácter era fuerte y podía ser capaz de dudar de su propia hija. Él más que nadie sabía que la codicia y la avaricia sería el plato principal entre todos cuando se enteraron de la muerte del faraón.

– No puedo dejar que mi padre tenga esa imagen de mí. Sí no veo nada más dentro de un rato le tendré que decir lo poco que pude notar - pensé.

Yo seguía junto a Bastet quien estaba más rara aún. No sé si mi pregunta la había incomodado pero preferí mantener el silencio. Era mejor que, si estaba dispuesta, me hablara ella y no quería presionarla. Si ella veía en mí algo de confianza para contarme lo que parecía inquietarle lo haría; pero yo quería que me viera como amiga con la cual podía contar.

Ahora que nuestra ama estaría en el trono, las cosas se tornarían más ásperas entre todos, porque algunos no estarían de acuerdo que ella estuviera allí. Era mejor tener aliados de confianza por si algo llegaba a ocurrir, total todas estábamos allí por un mismo fin, proteger a Cleopatra de aquellos que buscaran derrotarla.